Meditaciones en torno al Día del Escritor Panameño, por Enrique Jaramillo Levi.

25.04.2012 10:46

MEDITACIONES EN TORNO AL DÍA DEL ESCRITOR PANAMEÑO

Por Enrique Jaramillo Levi

 

Ser escritor en Panamá es, sin duda, una actividad gozosa que involucra una fuerte dosis de creatividad, oficio y tenacidad de parte de quienes la ejercemos de manera sostenida y responsable. Pero al mismo tiempo representa, en términos generales, una labor que tradicionalmente ha sido poco valorada y, a veces, incluso despreciada por gente ignorante e insensible, incapaz de entender la positiva relación entre vida y creación artística.

Por ejemplo, el hecho de que sean tantos los escritores talentosos que continúan teniendo que autopublicarse con gran esfuerzo porque no existe de parte del Estado panameño una sostenida política cultural que los apoye, es algo que en otros países menos prósperos económicamente que el nuestro sería del todo impensable. No es suficiente que exista como incentivo desde la década de los cuarenta del siglo pasado el Concurso Literario Ricardo Miró, y que posteriormente se hayan creado una serie de otros premios. Debe haber una política editorial estatal.

Sin embargo, es importante destacar con orgullo que el 25 de abril de cada año –fecha de nacimiento del insigne autor panameño Rogelio Sinán (1902-1994)-- se celebra en nuestro país, por Ley, el “Día de la escritora y el escritor panameños”. En abril de 2000 tuve el honor de ser el proponente de tal iniciativa, a través de una propuesta formalmente presentada ante la entonces Asamblea Legislativa por la Universidad Tecnológica de Panamá, entidad estatal en la que entonces laboraba, cuyo Rector en aquella época era el Ing. Héctor Montemayor. Sin embargo, desde 1991 venía proponiendo reiteradamente, número tras número, esta misma iniciativa en la revista cultural “Maga”, sin ningún éxito.

Aquel anteproyecto de ley fue aprobado tras los tres debates de rigor de la Asamblea a fines de 2000, y el 7 de febrero de 2001 la Presidenta Mireya Moscoso lo sanciona mediante la Ley 14, con lo cual salieron ganando todos los escritores nacionales, pasados y presentes, ya que ahora existe un día particular en el que se reflexiona sobre su labor y, por extensión, se les honra. Debo reconocer –y agradecer-- el apoyo coyuntural de la poeta Gloria Young, por entonces legisladora, y del escritor Rafael Ruiloba, director general del INAC en ese momento, ya que resultaron indispensables para la aprobación de aquella ley.

Es importante señalar que, además, el articulado de esa misma ley creó también la “Condecoración Rogelio Sinán”, que se concede cada dos años, en la fecha aludida, a un escritor o escritora que, por la excelencia de la totalidad de su obra literaria, merezca ese honor que concede el Estado Panameño (medalla de oro con la efigie de Sinán; resolución de la Ministra de Educación; B/. 10,000.00 otorgados a partes iguales entre el MEDUCA y el INAC).

La primera vez que se otorgó esta distinción nacional fue en 2002, y ese honor lo mereció la poeta, ensayista, profesora universitaria y Académica de la Lengua Elsie Alvarado de Ricord (q.e.p.d.). Los escritores que fueron seleccionados posteriormente fueron el poeta, novelista y académico Tristán Solarte (Guillermo Sánchez Borbón); el poeta, cuentista y novelista Carlos Francisco Changmarín; el poeta, ensayista y cuentista Pedro Rivera y el poeta y académico Demetrio Fábrega. Todos escritores de relevante valía artística y humana. Y acaba de serle otorgada la Condecoración Rogelio Sinán 2012 al destacado poeta, cuentista e historiador panameño Álvaro Menéndez Franco, ceremonia a realizarse precisamente hoy 25 de abril, en el Teatro Nacional. 

Esta fecha debe tener mucho más que un valor simbólico o sentimental en nuestro calendario nacional. Celebrarlo de forma creativa cada año en colegios y universidades, así como en entidades públicas y privadas, es una elemental obligación académica, gubernamental y empresarial, y por supuesto de índole moral, si se comprendiera a fondo la enorme contribución que aportan al patrimonio cultural de la nación tanto novelistas y poetas como cuentistas, ensayistas y dramaturgos con sus mejores obras. Porque resulta que en la auscultación de la realidad individual y colectiva, en su recreación artística mediante el lenguaje y el despliegue de la imaginación, late la esencia del talento literario que durante siglos ha deleitado y hecho sentir y pensar a los lectores sensibles.

Sin duda, son muchos los escritores que hoy escriben y, como pueden, publican libros valiosos. Pero rescatar, mediante la reedición y promoción de sus más sobresalientes obras, el aporte literario de nuestros más relevantes autores es tarea pendiente de las autoridades culturales del país, así como de las universidades. Pienso en Darío Herrera y Salomón Ponce Aguilera, fundadores del cuento panameño, género literario tan en auge en nuestros días. En los poetas Ricardo Miró, Gaspar Octavio Hernández, Demetrio Herrera Sevillano, Demetrio Korsi, Diana Morán, José de Jesús Martínez, Stella Sierra y Ricardo J. Bermúdez. Pienso en los novelistas Joaquín Beleño, Ramón H. Jurado, César A. Candanedo y Renato Ozores, por sólo mencionar algunos de los tantos escritores que nos precedieron, literalmente, en el uso de la palabra. La palabra escrita, se entiende. Esa que, contrario a la demagogia cotidiana de los políticos, trasciende.

Panamá, 20 de abril de 2012