Chagall: Poesía y Color...
Chagall, poesía y color
Por Berta Ares
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Aviso a amantes del arte de Chagall. La gran retrospectiva dedicada a este poeta del color comienza a tener los días contados: puede verse hasta el día 20 de mayo. En Madrid, Museo Thyssen-Bornemisza y Fundación Caja Madrid (Sala de las Alhajas).
La gran retrospectiva dedicada a Chagall es una muestra espléndida, una visita obligada para los que amamos su poesía, sus colores, y su mundo extraordinario. Un universo que en palabras de Meret Meyer –vicepresidente del Comité Chagall y nieta del artista- “nos acoge nada más acercarnos a él, con independencia de cuáles sean nuestras raíces y nuestra cultura, y nos invita a descubrir sus visiones de lo imaginario, sean de tipo lírico, literario o plástico, hasta hacernos disfrutar de ellas, hasta implicarnos incluso en los contrastes de sentimientos”.
La muestra reúne más de 150 obras procedentes de colecciones e instituciones públicas y privadas de todo el mundo, gracias a la participación de más de una veintena de museos, entre ellos el MoMA y el Guggenheim de Nueva York, la Kunsthaus de Zürich, el Kunstmuseum de Berna, el Stedelijk Museum de Ámsterdam, el Tel Aviv Museum of Art, la Tate Modern de Londres, el Centre Georges Pompidou de París y numerosas colecciones de particulares.
El recorrido sigue un orden cronológico. La primera parte El camino de la poesía (Museo Thyssen-Bornemisza) transcurre desde los inicios de su obra en Rusia y sus primeros años en París hasta su exilio forzoso en Estados Unidos, incluyendo su experiencia en la Rusia revolucionaria y su regreso a Francia en 1920. La segunda parte, El gran juego del color, centra su atención en su evolución artística posterior a 1950, con los grandes asuntos que centraron el interés del artista en las últimas décadas como la Biblia o el Circo, su relación con los poetas contemporáneos y su producción escultórica y cerámica.
Es una exposición que embriaga, por la cantidad de obra expuesta y la fuerza cromática que desprende. El espectador se sitúa frente a frente con los recuerdos del poeta, que su inconsciente transforma, con sus motivos procedentes de su imaginario personal, de su país natal, de su mundo judío. Una obra que desafía el sentido común, con sus cabezas al revés, sus violines, abanicos, ramos de flores, los animales domésticos portadores de esperanza. Con temas que exalta a través de su pintura: el amor, el circo, su Vitebsk natal, la crucifixión, también la guerra y el exilio.
Como un bárbaro*
Allí donde se apretujan las casas retorcidas
allí donde se empina el camino del cementerio
allí donde corre un ancho río
allí es donde soñé mi vida
Un ángel vuela por el cielo en la noche
un blanco relámpago sobre los tejados
Me predice un larguísimo camino
va a gritar mi nombre por encima de las casas
Pueblo mío, canto siempre para ti
¿Te gustará este canto?
De mis pulmones surge una voz
llena de pena y de cansancio
Pinto siempre por ti
Flores, bosques, gentes y casas
Como un bárbaro coloreo tu rostro
Noche y día te bendigo
Citando a Jean-Louis Prat, comisario de la exposición, Chagall “vive en la encrucijada de varias culturas, pero articula su propia modernidad con los ecos de su vida personal” en un compromiso con la libertad y un fuerte deseo de independencia, que marca su arte desde el principio hasta el final, y lo marca también el sentido de la precariedad de la existencia, reflejo de su cultura judía.
El personal estilo de Chagall despierta la atención y provoca la extrañeza de sus contemporáneos, que saben que encarna un mundo poético que es inédito en la pintura. Chagall se lanza por los caminos de la poesía hacia un mundo sorprendente que transformó de modo radical la visión de la pintura de esta época, un mundo irreal, sobrenatural como lo califica su amigo el poeta Guillaume Apollinaire.
Rotsoge* (Guillaume Apollinaire, 1914)
Al pintor Chagall
Tu cara escarlata tu biplano transformable en hidroplano
tu casa redonda en la que nada un arenque ahumado
Me falta la clave de los párpados
Menos mal que hemos visto a Monsieur Panado
Y a ese respecto estamos tranquilos
Qué quieres mi querido Monsieur D.
90 ó 324 un hombre en el aire un ternero que mira a través del
vientre de su madre
Busqué mucho tiempo por los caminos
Hay tantos ojos cerrados al borde de los caminos
El viento hace llorar los sauzales
Abre abre abre abre abre
Mira vamos mira
El viejo se lava los pies en la palangana
Una volta ho inteso dire Auch du lieber Gott
y me puse a llorar al recordar nuestras infancias
y tú me haces ver un violeta espantoso
Ese cuadrito donde hay un coche me ha recordado el día
un día hecho de fragmentos malvas amarillos azules verdes y rojos
En que me fui al campo con una chimenea encantadora que llevaba
a su perra sujeta por la correa
Yo tenía una flauta de caña que no habría cambiado por un bastón
de mariscal de Francia
Ya no queda nada ya no tengo la flauta
La chimenea fuma lejos de mí cigarrillos rusos
su perra les ladra a las lilas
y la lamparilla se ha consumido
Sobre el vestido han caído pétalos
Dos anillos de oro junto a las sandalias
se han encendido al sol
Tus cabellos entretanto son como un trolebús
a través de Europa vestida de fuegos multicolores.
La retrospectiva muestra la estrecha vinculación entre la vida y la obra del artista. Por sus orígenes, Marc Chagall acusa intensamente los problemas de la comunidad judía en la Europa de comienzos del siglo XX. Le inquietan las amenazas, serias y reales, que se ciernen sobre el mundo occidental en los primeros años treinta. Su angustia se expresa, con fuerza y fe. En su obra titulada La Guerra, fechada en 1964-1966 (fue necesario que pasara el tiempo para que pudiera expresar el dolor), Chagall retrata el shtetl –la aldea judía símbolo de una vida pasada, de un mundo ya perdido para siempre- atacado a sangre y fuego, mientras sus habitantes huyen. Invade el lienzo el animal mítico, enorme, blanco. En lo alto de la escena, Cristo reúne y agrupa a las víctimas de todas las tragedias.
A los artistas mártires* (Marc Chagall,1950)
¿Los conocí a todos? ¿Fui
a sus talleres? ¿Vi su arte
de cerca o de lejos?
Ahora salgo de mí, de mi tiempo,
voy hacia su tumba desconocida,
ellos me llaman, me arrastran al fondo
de su agujero –a mí el inocente- a mí el culpable.
Me preguntan “¿Dónde estabas?” Huí.
A ellos los llevaban al rincón de su muerte
y allí se comieron su propio sudor.
Allí alcanzaron a ver la luz
de sus lienzos no pintados.
Contaron los años no vividos,
vigilados y esperados.
[…] Las manos de sus madres y sus ojos
los escoltaban hasta el tren de la lejana gloria.
Ahora los veo, se arrastran en harapos,
descalzos por los caminos silenciosos,
Los hermanos de Israel, de Pissarro y de
Modigliani, nuestros hermanos a los que llevan
atados con cuerdas los hijos de Durero, de Cranach
y de Holbein hacia la muerte y los crematorios.
Cómo puedo, cómo debo verter mis lágrimas.
Veo el fuego, el humo y el gas
Que asciende hacia la nube azul y
la vuelven negra.
Veo los diente, el cabello arrancado,
proyectan hacia mí, arrebatado,
mi propio color.
Estoy en el desierto, frente a montañas de zapatos,
de ropas, basura y ceniza. Murmuro
mi Kadish.
Y mientras permanezco así, de mis cuadros
desciende hacia mí el David pintado. Llega con
su arpa en la mano,
me ayuda a llorar, a cantar versículos de salmos.
Tras él desciende nuestro Moisés.
Dice: “No tengáis miedo de nadie”.
Os prescribe que descanséis en paz
hasta que otra vez él haya grabado
nuevas Tablas para un mundo nuevo.
La última chispa se apaga,
el último cuerpo se desvanece.
Todo sucede como antes de un nuevo diluvio
Me levanto y digo adiós,
Y me tomo el camino que lleva al nuevo
Templo
y allí enciendo una vela por vosotros.
Son muy interesantes también sus grabados para la Biblia, y para las Fábulas de La Fontaine, textos que ejercieron en él una gran influencia. Finalmente, la exposición reúne una selección de piezas escultóricas, cerámicas y relieves, piezas algunas de ellas inéditas, que centraron la actividad del artista a partir de 1950. El recorrido termina con un espacio dedicado al circo, un mundo mágico que le conecta con su infancia en Vitebsk, donde era frecuente la llegada de grupos ambulantes de saltimbanquis que, con su aire de libertad y fiesta, fascinaba a los niños que como él esperaban impacientes su visita.
Esta gran retrospectiva muestra el enorme compromiso del artista con la libertad e independencia, con la poesía y el color, mediante historias vividas e imaginarias, convocadas -como señala Jean-Louis Prat- de manera recurrente en su compleja y generosa obra.